- Atrás quedan los tiempos en los que el sexo anal era un crimen que llevaba a la hoguera, el anticonceptivo para llegar virgen al matrimonio o una desviación enfermiza.
No cabe duda de que el ano es una zona erógena con una enorme carga simbólica, cultural y social. Durante mucho tiempo, la sodomía fue considerado pecado capital, uno de los peores que el ser humano podía cometer, con la pena extrema de muerte en la hoguera.
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Además, era considerado como el anticonceptivo natural más seguro y la única forma que tenían las mujeres de llegar vírgenes, aunque no inexpertas, al matrimonio. El sexo anal entraña, para muchos, un grado importante de sumisión; aderezado con la idea de suciedad, al ser esta la zona donde el cuerpo humano expulsa sus desechos.
Pecado capital
“El crimen de sodomía es un delito que procede de la invención”, cuenta Miguel Ángel Chamocho Cantudo, autor de Sodomía. El crimen y pecado contra natura o historia de una intolerancia; además de catedrático de Historia de Derecho en la Universidad de Jaén y miembro del Instituto de Historia de la Intolerancia (Real Academia de Legislación y Jurisprudencia).
También, señala: “La invención de la sodomía tuvo lugar con motivo de una concreta y dirigida interpretación de un texto hebraico (Génesis 19), que trata de la destrucción de Sodoma y Gomorra por el supuesto intento de violación homosexual perpetrado por los habitantes de Sodoma contra los enviados de Dios, alojados en la casa de Lot”.
Como se apunta en el libro de Chamocho, la despenalización del delito de sodomía se fue realizando con la Ilustración y la redacción de los primeros códigos penales a comienzos del siglo XIX, bajo la corriente del pensamiento del derecho natural racionalista, que consagraba el principio de la libertad de los seres humanos.
“Se empezaba a comprender que las relaciones sexuales consentidas, íntimas, sin perjuicio de que fueran o no dirigidas a la procreación, dentro o fuera del matrimonio, y con personas o no del mismo sexo, formaban parte del desarrollo de la libertad de cada uno de los ciudadanos, no pudiendo entrar el Estado a criminalizar esas conductas”, puntualizó Miguel Ángel Chamocho.
El auge del sexo anal
“Hoy podemos decir que esta práctica ha aumentado en cuanto a frecuencia y que es una actividad habitual en parejas jóvenes heterosexuales”, señala la ginecóloga y sexóloga Francisca Molero, también directora del Instituto Iberoamericano de Sexología y presidenta de la Federación Española de Sociedades de Sexología.
“Pero no solo eso, hay también muchos hombres que, sin considerarse homosexuales, tienen relaciones con otros hombres porque quieren ser penetrados, o les piden a sus parejas femeninas que lo hagan con un dildo o juguete sexual”, añadió.
En esta evolución de la conducta sexual, algunos hombres se plantean explorar, en carne propia, el placer que puede proporcionarles el sexo anal con sus parejas femeninas. “La mayoría lo hacen muy tímidamente e, incluso, buscan un permiso profesional o social”, señala Raúl González Castellanos, sexólogo, psicopedagogo y terapeuta de pareja del gabinete de apoyo terapéutico A la Par, en Madrid.
El sexo anal en Latinoamérica
“El sexo anal ha tenido mucho protagonismo en otras culturas, sobre todo de países africanos o de América Latina”, señala Molero, “ya que es una práctica que permite tener relaciones a la vez que se mantiene intacto el himen, como prueba de virginidad, algo imprescindible en muchas sociedades para poder acceder al matrimonio”.
“La sensibilidad en el ano se debe a que es una rama de la zona pélvica muy enervada. En la mujer hay solo una pared que separa el recto de la vagina, y para muchas el sexo anal se puede comparar con la sensación que produce una penetración profunda”, comenta Molero. “En el hombre, está todo el tema de la estimulación prostática; pero, además, el esfínter anal forma parte del suelo pélvico y todos hemos oído sobre la relación que tiene esta parte de la anatomía con los orgasmos y el placer”.
“No es como la vaginal, que es más fuerte y tiene varias capas. La del ano tiene muchos vasos sanguíneos y es fácil que haya pequeñas erosiones que produzcan sangre, lo que aumenta el riesgo de contraer una ETS”, apunta esta ginecóloga.
En el 2013, la actriz Isabelle Stoffel presentó en Madrid y en el Festival de Edimburgo, un monólogo basado en el libro autobiográfico La rendición de la neoyorquina Toni Bentley, que trataba, entre otras cosas, esta cuestión. Pues bien, en una entrevista a El País, Stoffel argumentaba teorías como esta: “En el culo, la verdad siempre sale a la luz. Una polla en un culo es como la aguja de un detector de mentiras. El culo no puede mentir: si mientes, te duele”.
Fuente: El País.